¿Alguien podría dudar de la calidad alemana? Hace más de un siglo alguien lo hizo y le salió muy mal.
Hoy en día resulta imposible negar la calidad de los productos alemanes que se comercializan por todo el mundo, desde moda y ropa deportiva, hasta autos de lujo y cocinas de diseño. Prácticamente en cada industria en la que compite un producto alemán, su calidad y percepción se encuentran en lo más alto de las valoraciones del mercado.
Pero esto no siempre fue así, o al menos no al principio. Y es que el famoso German made no nació de la noche a la mañana. A pesar de lo que muchos podrían pensar, este reconocido sello no fue inventando en Alemania para mostrarle al mundo la calidad de sus productos, de hecho, su origen pareciera haber tenido como objetivo todo lo contrario.
Hacia finales del siglo XIX, el parlamento británico obligó a todas las naciones que enviaban productos a su territorio, a que incluyeran una leyenda donde se especificara su país de procedencia, el famoso made in. De esta forma sería fácil detectar productos extranjeros de mala calidad.
Sin embargo, los productos alemanes comenzaron a ganar popularidad entre los ingleses al comprobar su excelente calidad y durabilidad, convirtiéndose en productos cada vez más buscados y valorados en el mercado local y posteriormente internacional. Desde ese momento hasta ahora, el sello German made ha estado presente en las mejores marcas, basta mencionar a BMW, Porsche y Mercedes-Benz en autos, Montblanc en artículos de lujo, Hugo Boss en moda y Norden Haus en cocinas integrales de alta gama.
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